lunes, 12 de octubre de 2009

MATRIMONIOS DE CONVENIENCIA

Hoy no toca receta.

He tenido un fracaso culinario y he preferido comentar algo en lugar de repetirla.
A veces la mitad de dos no es uno. O eso me ha parecido esta tarde cuando al dividir los ingredientes de la receta en cuestión por la mitad, lo que ha salido del horno no tenía ningún parecido con lo que tenía que haber sido.
Me están haciendo polvo con esto de los kilitos de más que hay que quitar. He tenido que pasar a una fase de repostería en miniatura y no es lo mismo. Ni siquiera la mitad de lo mismo.
Empiezo a pensar seriamente en cambiar el blog a uno de cocina vegetariana, que creo que esa no tiene restricciones.





Matrimonios de conveniencia

Desde hace bastantes años, el mundo del vino se ha rodeado de un aura poético-cultural, como argumento para llegar a estratos sociales que estuviesen dispuestos a pagar por una botella del preciado caldo, lo que el “mercado” entendía que valía.
Tengo amigos en el mundo del vino y se lo que cuesta producir una botella de un reserva.
Os aseguro que os sorprenderíais.

Pero no quería hablar de eso, que al fin y al cabo, siempre he pensado que las cosas no son ni caras ni baratas…… en principio.
El juicio de valor viene después, en función de la satisfacción que te produce lo que has comprado.

Las bodegas, han entrado en una vorágine en la que tienen que mantener la imagen de su producto, gastando cantidades considerables de dinero en eventos publicitarios o en acciones más sutiles pero que tiene un elevado coste también. Dentro de esas acciones, uno de los objetivos prioritarios del sector es la hostelería.


Hace unos años, me invitaron a uno de estos eventos en los que, una afamada bodega organizó una jornada en base a la trufa.
Nos llevaron a una zona acotada de monte, llena de “carrasca”, el árbol en cuyas raíces se produce la trufa negra (tuber melanosporum), donde perros adiestrados “marcaban” puntos y empezaban a escarbar. Al retirar la tierra, se encontraban los tubérculos. Desconozco si los puntos estaban previamente localizados, supongo que si. No se iban a arriesgar a que los perros no estuviesen finos ese día.
Después de la demostración nos llevaron hasta la bodega para enseñarnos las instalaciones y como colofón nos invitaron a comer en la misma bodega.
Éramos quince personas

La comida estuvo ejecutada por la galardonada Carme Ruscalleda y puesto que la jornada versaba sobre “la exaltación de la trufa”, toda ella, desde unos snacks de aperitivo, hasta los postres, toda ella, repito, estuvo elaborada a base de trufa.
Me descubro ante esa Señora. No me sorprende que haya conseguido cinco estrellas Michelin entre sus dos restaurantes.


Los invitados, también eran de alto nivel (excepto el que os escribe, claro). Personas como Elena Arzak o periodistas gastronómicos de prestigio. Había dos grupos bien diferenciados, uno representaba a importantes restauradores y otro a medios de comunicación especializados.



Se entabló una curiosa polémica, cuando uno de los periodistas (cuyo nombre, por prudencia no voy a citar) afirmaba que las críticas que hacían en los medios de comunicación eran una farsa, ya que, en general, cuando se les invitaba a un restaurante para hacer después una evaluación de la comida, difícilmente podían hacer una mala crítica, aunque la mereciese.
Nadie corta la mano que le da de comer (y nunca mejor dicho).
Hubo una discusión interesante, que no creo que nadie reflejase después en ningún escrito.
Los restauradores negaban la mayor y los críticos, en su mayoría guardaban silencio.
Como era de esperar todo terminó de forma amistosa.
Y es que forman un matrimonio de conveniencia en el que están condenados a entenderse.
Y al buen entendedor pocas palabras bastan.
Y si estas son para ensalzar, mejor que mejor.

Bon appetit
H. Chinaski
Las fotografías han sido tomadas de Google